¿Y entonces?
Donald Trump, un magnate estadounidense que ha
logrado amasar una fortuna con todo tipo de negocios, pero especialmente con
bienes raíces, que abiertamente alega no querer seguir con eso de lo que es
“políticamente correcto” y se ha dedicado a hablar de todo y de nada al tiempo,
casi siempre con expresiones que un bufón no se atrevería siquiera a pensar.
Que se van todos los inmigrantes ilegales, que Estados Unidos volverá a ser una
potencia, que se acabarán los TLC, que se crearán puestos de trabajo para los
mexicanos en México y no en EEUU, que va a demostrar que se puede hacer una
fortuna solo con ser candidato a la Presidencia, entre otras tantas, no dejan
de despertar el asombro de quienes vemos en la política algo diferente.
Trump era para mí en todo el sentido de la palabra
un payaso, hasta que me dediqué a revisar lo que está pasando este año en las
elecciones locales en Colombia. Hasta donde sé Trump no está ni ha estado
inhabilitado para ocupar cargos públicos, no tiene contratos millonarios con el
Estado para servir refrigerios escolares o administrar Unidades de Cuidados
Intensivos, no tiene familiares condenados por vínculos con grupos
paramilitares, su familia no es reconocido como una familia de la “clase
política” y se ha quebrado varias veces para volverse a levantar, logrando que
su fortuna aumente cada vez más y más. Trump no está detrás de grandes
contratistas a ver con cuánto y a cambio de qué le pueden colaborar para
financiar su campaña, él solo tiene que girar cheques de sus propias cuentas.
Trump les dice a los periodistas que se venden al mejor postor y que su ética
periodística les llega hasta que llega suficiente pauta. Trump financió a
muchos políticos y estos fueron a su boda y a las de sus hijos y lo dice
en tono burlón, pues si lo acusan de ser un payaso y un fanático ¿Por qué
compartían con él y su familia algunos tragos y buenas fiestas?
Aquí en Colombia la Misión de Observación Electoral
denuncia que para las elecciones locales de este año hay 204 municipios en
riesgo electoral por atipicidades electorales y violencia; familiares y amigos
de políticos condenados por vínculos con grupos al margen de la ley, por
desfalcos y todo tipo de actos de corrupción, aspiran a ser elegidos para
ocupar cargos públicos; alcaldías y gobernaciones aumentan las contrataciones
en la modalidad de “prestación de servicios” para mover la maquinaria electoral
a favor de los candidatos de sus filas, sin importar que los hospitales estén
quebrados y las escuelas no tengan unidades sanitarias. Aquí en Colombia miles
de personas se dedican a hacer campaña creyendo en la promesa de un puesto o un
contrato cuando su candidato gane, sin saber que la burocracia estatal está a
reventar y que el próximo año habrá una reducción del gasto público. Aquí en Colombia
los candidatos prometen puentes, hospitales, colegios, vías y demás, sin tener
claro cómo lo van a financiar, pero siempre esperando que papá gobierno central
les “colabore”. Si algo sale mal siempre será culpa del gobierno central y no
de la corrupción regional.
¿Y entonces? Sí, definitivamente lo peor que puede
pasar es que gane Trump.